COMPETENCIA O COMPLEMENTO

 “Sin dirección, la nación fracasa; el éxito depende de los muchos consejeros.” (Proverbios 11:14)

 A lo largo de mi caminar pastoreando y guiando personas he notado la facilidad con que la competencia en los equipos destruye la unidad y promueve el protagonismo. El rey Salomón no pudo haberlo expresado mejor: Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo.  Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante! Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor; uno solo ¿cómo va a calentarse? Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente! (Eclesiastés 4:9-12)

 No me queda la menor duda de que Salomón fue profundamente inspirado por su propio padre, el rey David. Cuando leemos la historia de la famosa “era dorada” de Israel, no hay duda que se debió a que David supo apoyarse en otras personas. No solamente se apoyó en ellas, sino que aprendió a desarrollarlas y creó con esto, una poderosa red de apoyo que le ayudó a llegar a la cima de su vida y reinado.

 Puedo dar testimonio de que a lo largo de mis años como pastor, Dios me ha dado la bendición de estar rodeado de maravillosas personas que me han ayudado a elevar mi nivel de liderazgo, como jamás lo había imaginado. Me di cuenta pronto de que solo no iba a llegar muy lejos. Entendí que si sólo dependía de mis fuerzas y habilidades personales, el ministerio quedaría estancado hasta donde ellas llegaran, o sea, no muy lejos. Entonces comprendí el poder del trabajo de equipo. La suma de talentos, habilidades, historias de las personas que me han rodeado a lo largo de más de tres décadas, han catapultado mis limitadas habilidades.

 Tener a tu lado a personas que intercedan por ti, personas que te escuchen, sobre todo cuando las cosas se pongan complicadas, personas que te animen en los momentos de obscuridad e incertudumbre, personas altamente creativas, que vean y sueñen aún más que tú. Personas con alto discernimiento, para ver lo que tú no puedes ver, y aún personas que te defiendan. Como verás, la construcción  de equipos así, no se da en tus ratos libres, sino que tienes que orar, ayunar, buscar el rostro de Dios, y ser completamente intencional, para que seas rodeado de personas que te ayudarán a cumplir con el llamado que Dios te ha dado, o con el llamado que tienen como iglesia, ministerio, u organización.

 Una oración sabia sería: “Señor, ayúdame a pensar en las personas que me ayudarán a cumplir con el llamado que me has dado. Dame las personas que deseas que tenga como compañeros de vida. Dame la fortaleza para empoderarlos y que juntos logremos llevar a cabo la tarea que nos has encomendado. Amén.”

 

Luis Gabriel César Isunza

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