LIDERAZGO QUE NO SERÁ OLVIDADO

En lo más profundo de nuestro corazón anhelamos que al partir de este mundo, nuestro legado o influencia continúe para la siguiente generación. Seguro que todos tenemos en nuestra mente y corazón, pastores, maestros, entrenadores, líderes que recordamos con especial cariño. Recordamos sus enseñanzas, su ejemplo de vida, sus historias, etc.

Si en verdad anhelamos ser recordados, hagamos nuestro el sabio consejo del autor de la carta a los Hebreos, que al momento de exhortar a sus lectores, da tres valiosos criterios que deberían tomar en cuenta acerca del liderazgo efectivo y transcendente.

 Así lo escribió: “Acuérdense de sus dirigentes, que les comunicaron la palabra de Dios. Consideren cuál fue el resultado de su forma de vida, e imiten su fe”.  Hebreos 13:7

Este pasaje nos enseña tres características de los buenos líderes que merecen ser recordados:

 

Tienen un mensaje digno de recordar.

 Cuando hablan, la gente escucha. “Acuérdense de sus dirigentes, que les comunicaron la palabra de Dios.” Evidentemente, hay algo “digno” de recordar y ese es el eterno Consejo de la Palabra de Dios. A menudo nos recuerdan por lo que hicimos, pero no recuerdan lo que dijimos. La fuente de nuestro mensaje es la clave, no dice que recordemos que eran buenos comunicadores, sino el contenido de su exposición y enseñanza. Sabemos que la única Palabra que tiene el poder de cambiar las vidas, es la Eterna Palabra de Dios. Por eso Pablo el apóstol instó a Timoteo su hijo amado: “Que prediques la Palabra”. Aprovechemos en cada ocasión que compartamos con nuestra iglesia o ministerio, que la fuente sea la correcta, o sea La Palabra de Dios.

 

Tienen un estilo de vida digno de considerar.

“Consideren cuál fue el resultado de su forma de vida”. Dicho de otra manera sería ¡Congruencia! El consejo es pertinente en estos tiempos, donde los medios electrónicos se han convertido en una enorme posibilidad de ver a cientos, si no es que miles de predicadores, maestros, o simplemente comunicadores, que por la misma razón es imposible conocer algo más de “su forma de vivir”. No solo debemos considerar el “mensaje”, sino también “el mensajero”. Es triste, pero la gente normalmente no se toma la molestia de averiguar un poco más acerca de la vida de quién está escuchando. Frases como, “habla bonito”, “es divertido”, “me gusta”, “me entretiene”, sin considerar si hay congruencia entre lo que “dice” y “hace”. Piensa por un momento en las personas que hoy el día estás escuchando, y hazte las siguientes preguntas: ¿Concuerdan sus hechos con sus palabras? ¿Concuerdan su vida con lo que dice ser?

 

Tienen una fe digna de imitar.

El tercer consejo es por demás importante. La palabra “fe” en la Biblia tiene por lo menos dos connotaciones dignas de considerar. Una tiene que ver con la que va acompañada del artículo “la” o sea, “la fe”, que, dependiendo del contexto, se puede referir al conjunto de enseñanzas, o credo de una persona o iglesia. En este caso, el autor a los hebreos no está considerando esta posibilidad, sino la definición de fe más simple, es decir, la confianza y dependencia que el siervo de Dios tiene en su Señor. El mismo autor define la fe diciendo: “la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”. El líder por excelencia, debe ser una persona de fe profunda. Su tarea es guiar al rebaño de Dios, llevarlo a través de toda clase se experiencias de vida, desde las más alegres y reconfortantes, hasta las más dolorosas experiencias de la vida, hasta que finalmente, llegue a puerto seguro. Una vida así, es digna de ser imitada.

 

Si eres un líder o anhelas ser un líder de los que no serán olvidados, date a la tarea de incluir en tu persona, estos maravillosos rasgos que te permitirán dejar un maravilloso legado.

Hay un dicho en el Medio Oriente que dice: «Cuando naciste, lloraste y el mundo se alegró. Vive de tal manera que cuando mueras, el mundo llore y tú te regocijes».

Piénsalo…

Pastor Luis Gabriel César Isunza

 

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